Up es una película de Disney, ganadora de dos Óscar, que relata la historia de un señor de avanzada edad, que acaba de perder a su esposa
El entrañable abuelo ve cómo su humilde casa acaba completamente aislada y rodeada por enormes obras de construcción, a la vez que los grandes empresarios intentan forzarlo a abandonarla para poder construir sobre la parcela, cosa que no va a ponerles fácil.
Esta disparatada historia no está nada lejos de la realidad. Me gustaría contaros los hechos reales en los que se inspiró la película y comentar un poco acerca de este problema.
La historia real
La protagonista de la historia real se llama Edith Macefield, una anciana que no quería abandonar su casa por ser el lugar donde falleció su madre y donde también quería hacerlo ella.
Esta señora, presenció cómo su barrio, en Seattle, empezó a sufrir un desarrollo desorbitado al ser objetivo de importantes empresas que querían invertir en la zona.
Alrededor del año 2005, todos sus vecinos habían acabado, antes o después, cediendo a las pretensiones inversoras, ella fue la única que se mantuvo firme.
En el lugar de la vivienda de Edith Macefield, y todo su entorno, pretendían edificar un enorme centro comercial, pero ante la negativa de la mujer, este enorme edificio tuvo que ser construido alrededor de la casita.
El centro comercial fue diseñado para poder ocupar y adaptarse fácilmente al espacio de la casa si se consiguiese algún día obtener la propiedad.
Sin embargo, la presión de las empresas para que Edith abandonara su hogar ya os la podéis esperar. Imaginaos veros envueltos en una obra de tal dimensión, con su ruido y suciedad incluidos.
Llegaron a ofrecerle un millón de dólares, pero para esta señora, ya con 84, el dinero no era nada.
Dos años más tarde, en 2008, esta «heroina», que había vencido a las poderosas inversoras, no consiguió ganar la batalla contra el cáncer. No llegó a ver «su película», Up se estrenó casi un año más tarde.
Curiosamente, la herencia de la ya famosa casa fue a parar al jefe de obra del centro comercial, con quién había forjado una bonita amistad durante la ejecución de las obras.
Un triste final
Este jefe de obra decidió no vender la parcela al centro comercial para honrar la memoria de su amiga y, en su lugar, venderla a alguien que la conservara tal como su dueña, aunque nunca lo consiguió.
Acabó vendiéndola a una asesoría inmobiliaria que prometió elevar la vivienda 10 metros sobre el suelo para que fuese aún más parecida a la de la película, pero la empresa cayó en quiebra y nunca realizó dicha acción.
La propiedad fue a parar a poder de otra empresa a la que la anterior debía dinero. Éstos decidieron subastarla, pero debido a la abultada deuda que pesa sobre la casa, nadie pujó por ella.
Ante esta situación, la empresa estipuló un plazo de tres meses para que alguna fundación sin ánimo de lucro la reubicara, evitando así su demolición.
Lo cierto es que la comunidad Land Trust OPAL hizo grandes esfuerzos, a través de una campaña, para reunir los 200.000 $ necesarios para restaurar y mudar la vivienda. Sin embargo, solo llegaron a la cantidad de 20.000 $ y se vieron obligados a abandonar la idea.
En la actualidad, la morada sigue en pie, tapiada y vacía y su futuro parece abocado a la demolición. Aquí tenéis un vídeo que muestra muy bien su estado actual.
Problema urbanístico y personal
Cabe pensar: ¿quién tiene el problema?, ¿la persona que se aferra a no abandonar su hogar o el empresario que desea construir sobre la parcela?
Según cómo se mire, para la persona, es su casa, ¿qué ha hecho él para tener que dejarla?, mientras que el empresario, probablemente, pensará que el propietario está estancando en desarrollo urbano de la zona.
Realmente, ambos tienen razón, la solución habría pasado por realizar una correcta planificación y no especular sobre terrenos que aún no se tiene certeza de estar disponibles.
Pero ya sabemos cómo es la construcción en época de bonanza, m² de suelo que vemos, lo edificamos.
Me gustaría saber qué opináis vosotros, podéis dejar vuestro comentario debajo de este post.
Diferencia entre privado y público
Me parece interesante tener clara la diferencia que existe dependiendo de quién es el ente precursor.
Si es una firma privada, la realidad es que poco o nada pueden hacer con la ley en la mano. Si el dueño no quiere vender su casa, la empresa solo puede intentar llegar a un acuerdo que llegue a satisfacerlo.
En cambio, la administración pública podría llegar a realizar una expropiación forzosa. Ésta debe ser llevada a cabo por motivo de utilidad pública o interés social y la persona expropiada deberá ser compensada con el pago de un precio justo.
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Hasta aquí el post de hoy. Un placer volver a compartir con vosotros cosas que me resultan interesantes relacionadas con la construcción, espero que a vosotros os guste tanto como a mí. ¡Hasta la semana que viene!
Fuente de fotos:
- casasincreibles.com
- www.dailymail.co.uk
Muy curioso !!